Gol con aroma a recuerdo



Oficialmente creado en 1997, proclamado por sus ciudadanos cinco años antes, en 1992, hecho que provocó una de las más cruentas guerras del último tercio del siglo XX. El estado de Bosnia es un país joven, muy joven, apenas alcanza la adolescencia y ya ha conseguido su primer gran éxito deportivo, jugar el Mundial de Brasil 2014.

Su estrella, el delantero del Manchester City Edin Dzeko, tenía seis años cuando se desarrolló el conflicto. Su casa fue destruida y tuvo que mudarse a un piso de 40 metros cuadrados en el que habitaban doce personas. "Cuando terminó la guerra fui mucho más fuerte, en el sentido psicológico. Después de la guerra jugué con mis compañeros en un parque y luego mi padre, Midhat, me llevó al Zeljeznicar", aseguró hace un par de años a la Agencia EFE. En el conjunto bosnio sufrió la presión de una grada a la que no gustaba, por lo que tuvo que abandonar su país para buscar equipo fuera, donde quizás tuviera más oportunidades. Acabó en el Wolfsburgo, y lo que llegó después, es otra historia.

Ahora nos centramos en su selección. Miralem Pjanic, otra de las estrellas del equipo, tuvo que emigrar a Luxemburgo debido a su fe, el Islam, la cual era motivo de limpieza étnica durante aquellos años de masacre y destrucción. Allí pudo obtener billete para jugar en el Metz, club donde empezó a destacar hasta que el scouting del Olympique Lyonnais lo detectó para añadirlo a sus filas.

El centrocampista de la Roma es el símbolo de un conjunto que ha logrado el billete gracias a la construcción de un bloque tosco en defensa y con claridad en los últimos metros. La alineación del último partido contra Lituania, en la que se juntaron Medunjanin, Pjanic, Lulic y Misimovic en la medular y los delanteros Dzeko e Ibisevic, dice todo sobre el estilo que su seleccionador, Safet Susic, quiere imponer: juego atractivo en el centro del campo y pegada, mucha pegada, arriba.

Siendo honestos, el sorteo del Grupo G le cayó en favor, pues Grecia y Eslovaquia eran las selecciones más potentes a las que se tenía que enfrentar, junto a las débiles Lituania, Letonia y la siempre cenicienta Liechtenstein. De todas formas, solo un empate y una derrota cedidos, además del goal average ganado a Grecia, han servido para confirmar la gran generación de futbolistas que salió de esa cruenta guerra.

Edin Dzeko, futbolista que una vez fue niño para ver morir a familiares y amigos, no dudará en levantar la camiseta y dedicarles sus goles como siempre acostumbra. Lo hará en Brasil 2014, y disfrutará, al igual que el resto de sus compañeros, lo que no pudo disfrutar cuando era un niño.

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